30 junio 2008

De por qué estar desempleada no es nada buena onda

El otro día mientras buscaba en internet cómo hacer una bomba molotov (en serio, si alguien sabe, dígame) me encontré con la playera de mis sueños:

Espero que entiendan la referencia simpsoniana que representa.

Pero luego vi el precio y lloré por dos horas (en serio, las cronometré).

El otro día fui a Mixup y vi un disco de Iggy Pop que me hizo ojitos, luego vi mi cartera y ahí mismo, en medio de toda la gente, lloré hasta que el encargado me corrió, quesque porque le daba mal imagen al negocio.

No tengo para ir al cine y siempre me le tengo que pegar a mi hermano el del futuro prometedor para que me invite la entrada y mi Ice de limón (es que no puedo ver una película en el cine sin un ice de limón, nomás no la siento.)

¿Qué quería decir con todo esto? Aahh sí, que el desempleo significa que ya no tienes dinero y que tu época de mantenida terminó y que no puedes comprar lo que quieres. Y eso me hace llorar.

Actualización:

Uy me acabo de enterar que recibí un premio acá. Ya luego yo daré mis premios y mi reino no tendrá fin. Ñacañaca.

22 junio 2008

Muse, Muse, Muse...

Bah, todos los azotes existenciales ya no importan, porque ya tengo en mis manos esto:



Ufff, sólo espero no morirme de aquí al 18 de julio, seria un desperdicio de boleto bárbaro. Y pues ya, me van a hacer ir hasta Zapopan, pero ya qué, Muse lo vale todo. TODO.

Pasando a otros temas más triviales, anduve de gira por San Luis Potosí (ya luego les cuento mi teoría de por qué San Luis Potosí es como Shelbyville en Los Simpsons) y en una fiesta pusieron esta canción y todos la bailaban y la cantaban, menos yo, porque en mi vida la había escuchado. Nunca me sentí tan out...



Por suerte.

16 junio 2008

Post que habla de todo y de nada (como casi todo en este blog) y que sólo trata de disfrazar mi azotadez.

El año pasado (léase 2007) fue un año importante, no en el sentido de que me pasaron cosas bonitas que me hicieron madurar y bah...no, fue importante porque tomé la decisión más determinante en mi vida, y que explica la manera en la que soy ahora. Me hicieron sufrir mucho, no importa quién ni por qué, pero ese sufrimiento fue la acumulación de otros sufrimientos que venía acarreando desde antes, así que dígamos que fue un sufrimiento a la décima potencia.
Y cuando me cansé de estar sufriendo me hice la promesa de no volver a sufrir nuevamente por nada ni por nadie. Para eso, desde que empezó el año, me puse el traje de la indiferencia, y así he manejado mi vida desde entonces. Antes hasta lo que no me comía me hacía daño (gran metáfora) pero ahora no, ahora todo me da igual, ahora no hay un problema suficientemente grande que me quite el sueño y mucho menos que me haga sufrir. Ya no.
Ahora veo la vida como un gran sarcasmo, como una mala broma del destino; pero como todo sarcasmo y como toda mala broma no me produce más que una risa irónica. Y sí, ahora me dicen que me he vuelto fría y puede ser que sí, lo cierto es que ahora no me manejo por mis sentimientos, esos los he guardado allá donde no me estorben.
Al final de cuentas, mi nueva actitud ante la vida no es más que una coraza que me protege del mundo cruel (¡Adiós mundo cruel!) y todo lo que la vida me arroja en la cara se lo respondo con un gran y rotundo JA.
Y es muy cómodo ver como se derrumba todo lo que habías construido o ver como tus sueños empiezan a desaparecer y sólo decir: JAJAJA
Y en verdad, en verdad es muy cómodo.

11 junio 2008

Se acabó, y que el último apague la luz

Pues ya se acabó la Universidad. Todos mis años de estudio (ajá), de desveladas, de trabajos al vapor, de riñas con maestros, de trabajos bien hechos (hay que aceptarlo, no todo fue mediocridad), de tareas en equipo, de fiestas salvajes, de debates que no llegan a nada, de odios al sistema, de odios a la humanidad...se reducen a la entrega de un papel que no significa nada más que eso, un papel. Porque al final de cuentas mi esfuerzo no está en ese papel, sino en las ojeras que se me hicieron en estos cuatro años y que ya no me las puedo quitar con nada.


Odio que la nostalgia se apoderé de mí, no va con mi imagen (doble ajá), pero ahora es lo que siento: nostalgia por lo que ya nunca volverá a ser. Porque quizá ya pasaron los mejores años de mi vida y ni cuenta me di, ni los sentí.


Siempre me la vivo peleándome con todos, el mundo y yo vivimos en una riña constante; pero sé que tarde o temprano extrañaré a mis compañeros y los momentos que pasé con ellos en la universidad, pero no con ese sentimiento ñoño y cursi que tanto detesto, sino como quien añora el pasado ante la incertidumbre del futuro.


Ah, y también extrañaré el inmobiliario, que tanto confort me brindó...ajá.


La tele donde tantos profes se golpearon en la cabeza (idiotas) dándonos momentos de alegría.


Las sillas y las mesas: gracias a ellas mi quiropráctico tiene chamba.

Extrañaré a mi salón, sobre todo cuando lo usábamos como bar y lugar de mala muerte.
Y ya, que el último apague la luz (amo esa frase).

04 junio 2008

Ya casi, ya casi, ya casi

Pues resulta que estoy enfrascada en una investigación que francamente se hunde como el Titanic. He hecho en estos días lo que no hice en un semestre, así que el trabajo es extenuante y ya no veo la hora de terminar con todo de una buena vez. Pero ya falta poco, puedo ver la luz al final de túnel (métafora que está por demás gastada y descontextualizada).
Me la he pasado dándole duro a las teclas para llenar hojas de word y así poder salir de la universidad. Ahora que lo pienso, toda mi carrera consitió en llenar hojas de word...qué curioso. Bueno, como sea, seguiré con la investigación hija de puta que ahora amenaza en convertirse en una tesis hija de puta. Sí. Porque ahora quieren que la haga tesis...no cabe duda que me gusta la mala vida.
Ya luego posteo cosas más interesantes cómo las 101 maneras de hacer fraude en el póker.