Durante este año cambié mi rutina y me convertí en un ser, digamos, nocturno. Y es que mi hora de productividad (aunque viéndolo bien es pura improductividad) es en la noche/madrugada; así que mi hora de dormir se recorrió a las 3 o 4 a.m.
¿Y qué tiene esto de interesante?
Pues nada, sólo que no tenía nada más que decir para llamar su atención. Pero creo que no lo logré. Ni hablar.
Lo que me sorprende, es mi capacidad de adaptarme a una rutina inútil; y es que es una rutina que no tiene razón de ser, es decir, nada me obliga a quedarme despierta hasta esas horas (llámese estudio, trabajo, pareja, clases de origami...etc.) simplemente cuando me di cuenta esas desveladas ya se habían hecho rutina.
Durante esos desvelos veo mi dosis diaria de anime, navego por la "red de redes", mando mails infectados con virus, trato de encontrar el sentido de la vida, me pongo al corriente con lecturas atrasadas, me aprendo el abecedario al revés, leo artículos en wikipedia (muy útiles, por cierto), hago mis meditaciones zen para suprimir la ira que luego me invade y por último veo televisión hasta quedarme dormida. Es aquí donde ustedes pueden burlarse de lo patética de mi rutina nocturna.
Pero Stephemily y yo llegamos a una conclusión el otro día mientras bebíamos calimochos: todos necesitamos siempre de una rutina para sentirnos menos inútiles, no importa que esta rutina sea igual de inútil, al mantenerla nos dará la impresión de que estamos haciendo algo con nuestra vida y que no estamos echando el tiempo al caño.