27 agosto 2008

Reflexiones que hice mientras tomaba una taza de café que sabía rancio.

Y es que suelo reflexionar mientras bebo café rancio.

Estuve pensando ampliamente el por qué de mi amargadez. Y es que varias personas me han dicho que soy una amargada, y yo sonrío y lo tomo como un halago. Porque siempre he preferido ser una amargada de lo peor a una optimista soñadora. Soy terriblemente realista y creo firmemente en que cuando las cosas están yendo mal, se van a poner mucho peor. Y así siempre ha sido.

Alguna vez dije que odio a la gente feliz, y es cierto, pero quizá ese odio se deba a que envidio la manera en la que pasan por alto tantas razones que hay para no ser feliz; los odio porque en el fondo me gustaría ver las cosas de una manera más simple, como ellos.

Y cuando estaba acabando con mi café rancio me cayó el veinte de todo y llegué a esta certera conclusión: todos, absolutamente TODOS (aunque tratemos de ocultarlo con nuestra amargadez o pesimismo o desenfado o drogas) en el fondo deseamos que el libro de nuestra vida tenga todos esos detalles felices que le dan sentido a la existencia; que por ahí de la página 100 aparezca la persona ideal que nos rescate de la soledad y que a pesar de todos los conflictos de las siguientes páginas siempre haya un final feliz. En el fondo todos queremos que nos pasen cosas buenas, en el fondo todos esperamos el amor ideal y romántico, en el fondo todos queremos ser felices.

Lo bueno que siempre está la realidad para azotarnos la cara.

18 agosto 2008

¿Y dónde estás Güiri Güiri?

Como todo mundo sabe, ahorita se están llevando acabo las olimpiadas Beijin 2008 ¿Y que tienen de diferente a las del 2004 o a las del 2000 o las del 1996...etc? Pues nada, casi todo es lo mismo salvo que cambian de lugar y de competidores.

Sin embargo, si tienen algo diferente y es que los programas que están haciendo para cubrir los juegos olímpicos son cada vez más malos y decadentes. Da pena verlos. En serio. ¿Qué nadie ha visto televisa deportes en donde a pesar de tener todo el presupuesto del mundo siguen haciendo las mismas mafufadas de siempre? o peor aún ¿Nadie ha visto en lo que se ha convertido Los Protagonistas sin José Ramón Fernández? Lo reitero, es de dar pena. Y es que en vez de parecer programas de deportes parecen programas matutinos y de concursos. Muy mal.

No soy muy afecta a ver los deportes en la tele, pero debo aceptar que me gustaba ver cada dos años (mundial-olimpiadas-mundial-olimpiadas) Los Protagonistas sólo para ver a uno de mis ídolos de la infancia: El Güiri Güiri. Y es que soy fan de todos sus personajes, para mí es el mejor comediante mexicano. No hay más.

Pero ahora ya no está en Los Protagonistas y todo me parece bazofia y estás olimpiadas nomás como que no me entraron. Así que me conformo con ver videos en you tube de mala calidad como este y llorar un poco todas las noches.




¿Dónde estás Güiri Güiri?

¿Y que hago yo hablando de las olimpiadas? Ah sí, es que no tenía nada de que hablar.

07 agosto 2008

Leo, leo, leo...

No acostumbro a hablar de mis lecturas porque se me hace un acto muy pretencioso; es como decir: mírenme, mírenme, soy muy cool porque leo a tal autor o tal novela... o vean cuán intelectual soy porque me la paso leyendo tales libros. Pffft.

Es por eso que nunca presumo lo que leo (salvo con mis más íntimos allegados; como Buda o Jesuscristo o el Santo) basta con saber que leo y que disfruto haciéndolo. Además debo reconocer que hay libros que han cambiado mi forma de ver la vida y el mundo; pero esto suena muy trillado y pretencioso, así que olvídenlo.

Siempre he creído que los libros llegan a nosotros de maneras muy misteriosas y por una razón; como si fueran los portadores de un mensaje secreto que busca ser descifrado por nosotros. Ya sé que muchos van a decir que no tiene nada de misterioso, que simplemente se compran en la librería o en el super o en una gasolinera abandonada. Pero bah, me gusta tener esa idea "romántica" de los libros.

Bueno, el chiste es que por primera vez tengo que hablar de una de mis lecturas, y es porque hubo un párrafo que realmente me impacto, porque se adapta perfectamente a lo que siempre he creído y, por consiguiente, a como siempre he actuado. Es como si el autor hubiera sacado ese pensamiento de la maraña que es mi cerebro y lo hubiera puesto en papel... así de cabrón. Ahora sé que mi teoría no es tan descabellada, y ese libro llegó a mí porque era preciso que lo leyera...

"Ni modo, no había duda que así debían ser las cosas, pues no pierdo la convicción -es lo único que me preserva la salud mental, además- de que las cosas ocurren como ocurren porque exactamente así es como deben ocurrir... No hay más remedio que ceder a los pasos incomprensibles del destino."

Luz Interna de José Agustín.

01 agosto 2008

La pérdida de la inocencia

Y no, no voy a hablar de sexo ni de la primera vez que uno rompe su cacahuatito (esa frase me parece de lo más vulgar no obstante la considero genial) porque para cuando uno llega a esas circunstancias la inocencia la ha perdido ya hace tiempo.

Hablo de cuando uno deja de ser aquel niño inocente y se da cuenta que hay algo más allá de la burbuja en la que vive, cuando algunas cosas se presentan ante nosotros como una revelación. Ese momento preciso en el que uno intuye que a partir de ahí nada se volverá a ser igual; cuando se tiene la certeza de que al día siguiente todo será diferente.

Mi pérdida de la inocencia fue cuando tenía doce años más o menos, estaba con mi papá en la sala viendo la tele; en eso le cambio al canal once y estaba una película mexicana, como apenas iba empezando le dejo ahí y la empezamos a ver. Se trataba de La guerra santa, una película de Carlos Enrique Taboada y protagonizada por José Carlos Ruíz (si quieren saber quiénes son googleénlos). Como su nombre lo dice la película habla de una "guerra santa" (¡duh!) es decir de la Cristiada.

La película se me hizo sumamente fuerte al grado de hacerme llorar (sí señoras y señores yo solía llorar aveces) pues las imágenes son sumamente impactantes: vemos a los federales torturando a los cristeros, cristeros torturando federales, federales siendo obligados a cavar sus propias tumbas, cristeros caminando sobre espinas, sacerdotes ricos viviendo en la opulencia y tomando su cafecito... etc. Pero hubo dos escenas que se me quedaron grabadas: una donde matan a un señor frente a su hija y la otra cuando Celso (José Carlos Ruíz) llora amargamente frente a una iglesia del pavor que le daba ir a la guerra.

No terminé de ver la película porque mi papá me mando a dormir, pero recuerdo que esa noche no pude pegar el ojo, en serio, es la primera y la única película que me ha quitado el sueño literalmente. En mi mente sólo veía esas imágenes desgarradoras y me puse a pensar en qué haría yo si mataran a mi padre frente a mis ojos. Espeluznante. Pero lo que más me impactó fue el hecho de que no era ficción, era un hecho que había ocurrido y que quizá había sido peor de lo que presentaban en esa película.

Y como es común en mí, alimenté mi trauma, los meses siguientes me dediqué a leer todo lo que me encontraba sobre la cristiada (hasta hice un trabajo en la secu y toda la cosa) y entre más leía sobre esa guerra más me parecía una aberración.

Esa película fue el primer desencanto que tuve de la iglesia (y la razón por la que ahora soy una budista wannabe muy cool) fue cuando me di cuenta de lo perversos que pueden llegar a ser los hombres, de lo inútiles que son las guerras en general, pero más las que se hacen en el nombre de "dios". A eso yo le llamo perder la inocencia: cuando uno adquiere conciencia de lo horrible que puede llegar a ser la humanidad, cuando te cae el veinte que más allá de las paredes de tu cuarto hay un mundo que se está cayendo a pedazos.

José Carlos Ruíz: el hombre que me hizo llorar. Buaaa.



No he vuelto a ver esa película, pero como que siento que es buen momento para volverla a ver y así superar mis traumas. Snif ¿dónde está mi terapeuta?