Y no, no lo digo en sentido figurado, yo en verdad odio a la gente. Desde el niño pequeño que patea tu asiento en el autobús, hasta el anciano gruñón que camina lento por las calles. En verdad los odio. Me atrevería a afirmar, sin temor a equivocarme, que odio a la humanidad entera.
Y es que de todas las especies animales, somos la más despreciable y contradictoria. Somos egoístas, avaros, hipócritas, sucios y malandrines (siempre quise usar la palabra malandrín en algo, así que aquí está metida con calzador). Pero lo que más me molesta de la humanidad, es que nos vale un reverendo cacahuate el otro. Lo definiría como que somos irresponsables socialmente; es decir, podemos ver que un cojo se está cayendo y no ofrecerle el asiento, ser testigos de un crimen y voltear para otro lado, tirar la basura en la acera de enfrente, meternos en la cola del supermercado y etcétera etcétera etcétera. En pocas palabras, pasamos encima de los otros para obtener el beneficio propio.
Todos caemos en estas acciones, todos somos despreciables. Es por eso que somos una raza destinada a desaparecer, a ahogarnos en nuestra propia inmundicia. Hay días en los que mi odio hacia la humanidad aumenta, y deseo con todas mis fuerzas que llegue pronto el apocalipsis zombie.
1 comentario:
totalmente de acuerdo contigo drug, últimamente también me he dedicado a observar eso, todos somos un asco, TODOS!!!!...pero ni pedo, ya llegará el holocausto zombie!! ya llegará!!
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